benjamin_2323 escribió:Celesteamor contame quienes están en la conducción de Adosac hoy, y sobre las internas en plena lucha con el PO, hablemos un poco de las expresiones sobre la coyuntura que aprovecharon. Dale contame como termina el conflicto en Ledesma, como se desenvuelve la causa, contame el futuro. Te dejo algunas expresiones de apoyo al gordito revolucionario DeAngeli aquel día de brutal y feroz represión ( te recuerdo que estaba en juego un gobierno democráticamente elegido, donde estaban parados algunos, defendiendo la "rebelión" de pequeños y medianos productores)...
Hablame vos del presente, porque parece que no lo querés ver. No se cuánto tiempo puede requerir comprender cómo responde el kirchnerismo a un reclamo popular, a una convocatoria espontánea y masiva como fue la Ledesma. No hace falta la adivinación ni el presagio en materia represiva cuando lo que está en juego son los intereses de los socios del poder, Benjamín. El aparato estatal hace uso de todo el engranaje -funcionarios del ejecutivo, jueces, fiscales, policía, patota, aparato de propaganda mediática, etc - para completar su objetivo cuando responde con balas y gases a pibitos de 4 años que acompañan a sus padres para reclamar por vivienda. En Ledesma, en Formosa y en Villa Lugano, solo por no remontarme a un año más atrás. Lo veo todos los días en los desalojos en Capital y Gran Buenos Aires, cuando viajo a las demás provincias y lo denuncian los compañeros de cualquier rincón del país.
Respecto a la pelea de la 125 fue una pelea interna de la burguesía. No obstante me hubiera gustado que los que derramaron leche y tiraron alimentos en las rutas hubieran probado de la medicina que el gobierno kirchnerista garantiza para los pobres. Más que la escaramuza del gendarme que le cebaba mate al títere de De Angeli, no hubo. El mismo gendarme cuyo compañero de fuerza a una piba del barrio Carlos Gardel o de la 20 la somete sexualmente para dejarla salir del barrio para ir a laburar o a estudiar.
A esa protesta, la de la patronal agraria, era a la que Cristina Fernández se refería cuando días después del asesinato de Mariano Ferreyra en el discurso celebrado en la casa rosada con el otrora integrante del batallón 601 y responsable de la patota que se dedica a golpear a trabajadores, Gerardo Martínez -el recambio de Moyano- sentado en la primera fila, junto a Tomada, el amigo de Pedraza, decía que su gobierno "no reprime la protesta".
En cuanto a la gran 6,7,8 que hacés citando declaraciones de referentes de partidos de izquierda en los que no milito porque no concibo la izquierda electoralista, no voy a salir a defenderlos ni me causa sorpresa. Uno de los problemas más evidentes del proceso electoral, es que esa izquierda, en su esfuerzo por captar votos, ablanda su discurso a las pretensiones de los sectores medios. La participación electoral es una orientación a legitimar, no sólo a las instituciones patronales, sino ahora también a sus candidatos, hasta el punto de llamar a votar por Cristina Fernández. Como salió a plantear el máximo candidato del Frente de la Izquierda y los Trabajadores (FIT), que en un intento por conseguir ampliar su caudal de votos, empezó a diferenciar a Cristina Fernández del conjunto de su séquito (algo así como una renovada teoría del entorno), cargando las culpas sobre quienes la rodean y no sobre la máxima dirigente del gobierno y del PJ.
El otro aspecto, es la decisión de apoyar a lo que algunos suponen un “mal menor” en referencia a los candidatos del PJ kirchnerista, en contraposición a otros considerados “peores”. Esto es algo que acabamos de ver para el ballotage de la ciudad, y que tranquilamente puede repetirse en la escena nacional. Es la opción seguida por aquellos que, sin sumarse a las filas gubernamentales, vienen insistiendo en los supuestos “aspectos positivos” del kirchnerismo.
No comparto en absoluto la posición de aquellos que ubican al kirchenrismo como un punto intermedio entre la izquierda y otros sectores patronales como Duhalde o Macri, en nombre de algunos planteos gubernamentales, principalmente los referidos a DDHH. En primer lugar porque, por ejemplo como sucede en el tan citado caso de los DDHH, el gobierno no sólo no es un ejemplo positivo, sino que, por el contrario, se caracteriza por sostener una campaña represiva sin parangón, con record de presos políticos (más de cien), 15 asesinados en protestas populares, miles de procesados, más de 1.700 asesinados por el gatillo fácil y la tortura, etc. Es decir que, más allá de la discursividad, el sesgo progresista no es tal. Pero además, en segundo lugar, porque, por más que se contemplaran cambios positivos en tal o cual campo, lo esencial, lo más importante para una caracterización del kirchnerismo, más allá de los matices sobre cuestiones accesorias, es la posición que asume el gobierno contra el pueblo trabajador y en defensa de los intereses patronales, junto a los grandes grupos económicos, las cúpulas empresarias, la burocracia sindical, el aparato punteril del PJ y la dirección del estado represor. Siendo así las cosas, llamar a votar a favor de los candidatos del gobierno (o en contra de su oponente, que es lo mismo), es contribuir al fortalecimiento de un proyecto antiobrero.
La convocatoria electoral es una agenda impuesta por la burguesía sobre la cual esta izquierda (con poco desarrollo y sin partido revolucionario) no tiene capacidad de incidir. En este marco, las tareas están por fuera del proceso electoral. Participar de las elecciones en estas condiciones contribuye a legitimar los mecanismos de dominación, lleva a un corrimiento casi total de las tareas de organización de base, y lo que es más grave aún, termina diluyendo las posiciones de clase y adaptándose al discurso patronal en defensa de la democracia, de las instituciones, la reproducción del discurso de “la inseguridad” y hasta el apoyo a sus candidatos.
En contraposición, se desarrolla la organización y la lucha del pueblo trabajador, sin llamar a apoyar a ninguno de los representantes patronales, y sin abandonar los espacios ni las posiciones de principios empujados por los condicionamientos de la agenda electoral. Desde esa vereda nos veremos, en la lucha para cambiar la sociedad, muy lejos de la cómoda convicción que es el pueblo el que participa cuando vota.