Capitalismo salvaje y ola de suicidios en Francia
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Lejos quedaron los años de Estado de Bienestar, de la seguridad y los beneficios sociales en el ámbito laboral. Los procesos de concentración económica, la competencia mundial y globalizada de las multinacionales, la deslocalización y fusiones de empresas buscando abaratar costos de producción, están llevando a buena parte de la población mundial a vivir aterrorizada, sin necesidad de Al Qaeda, Sadam Hussein ni cualquier cuco inventado.
Miren si no, lo que está ocurriendo en Francia, país que tuvo una sólida tradición de bienestar social y que ahora bate records de suicidios con la empresa Telecom, un verdadero caso de capitalismo salvaje en el corazón de la vieja y culta Europa occidental.
Drama social en Francia / El gigante de las telecomunicaciones, en la mira
Luego de una ola de suicidios, Telecom relevó a su número dos
Los sindicatos responsabilizaban a Louis-Pierre Wenes de la muerte de 24 empleados
Luego de una ola de suicidios, Telecom relevó a su número dosLouis-Pierre Wenes trabajaba en Telecom desde 2002
Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
PARIS.- Golpeada por una ola de 24 suicidios en 20 meses, France Telecom hizo ayer un gesto a sus empleados, al anunciar el reemplazo del número dos del grupo y el congelamiento, hasta fin de año, de las reformas previstas.
Louis-Pierre Wenes, director general adjunto, a cargo de las operaciones en Francia y arquitecto de la modernización del ex monopolio estatal de las comunicaciones, presentó su renuncia al presidente de la empresa, Didier Lombard, y fue reemplazado por Stéphane Richard.
Ese ex director de gabinete de la ministra de Economía, Christine Lagarde, fue designado en mayo para suceder a Lombard en 2011 y llegó a la empresa hace apenas 36 días, el 1° de septiembre pasado.
La renuncia de Wenes constituye claramente una concesión, aunque el hombre que concentró la ira de los sindicatos permanecerá en France Telecom como consejero.
Los representantes sindicales habían exigido la dimisión de Wenes y Lombard, considerados responsables de los 24 suicidios que registró la compañía en 20 meses. Lombard tuvo que ceder esa pieza clave para salvar su cabeza. Hace una semana, los ministros de Finanzas y de Trabajo lo habían emplazado a apaciguar ese drama social, que amenazaba con transformarse en una pesadilla política para el gobierno.
Esas tensiones estallaron en la empresa en 2004, cuando culminó la compra progresiva de su rival británico Orange, y la compañía salió definitivamente de la órbita estatal: 115 años después de su creación, se transformó en empresa privada.
El Estado conserva, por el momento, un cuarto del capital (26,7%). Pero la mayor parte de las acciones (64,3%) están en poder de inversores institucionales, que reclaman dividendos cada vez más importantes.
La verdadera revolución comenzó en septiembre de 2005, con el lanzamiento del plan Next, para modernizar la empresa. La idea consistía en poder responder a la demanda de una nueva generación de clientes, interesados en recibir un servicio integrado (telefonía fija y móvil, Internet de alta velocidad y televisión por ADSL).
Ese programa, concebido por Wenes, fijaba jubilaciones anticipadas y una disminución de personal, que redujo el plantel de la empresa de 130.000 a 102.000 en seis años. Al mismo tiempo, aplicó un nuevo estilo de management que transformó radicalmente la cultura de empresa pública, que se caracterizaba por la estabilidad del empleo y un generoso sistema de protección social.
A ese cambio se sumó una política de traslados y rotaciones cada tres años, supresiones de puestos improductivos y recalificación de personal, que tuvo el mismo efecto que un puntapié en un hormiguero.
Esa situación de extremo estrés se agravó, por lo menos psicológicamente, con la sensación de inseguridad que provocó la crisis global a partir de 2008. Un alto porcentaje de las víctimas se suicidó en el lugar del trabajo con cartas que atribuían su muerte a las "condiciones de trabajo" y al "acoso" que supuestamente practicaban los promotores del plan.
Estadísticamente, argumenta la empresa, esos 24 casos corresponden al promedio de un país que tiene las tasas de suicidio más altas de Europa (26,4 por cada 100.000 habitantes en el caso de los hombres y 9,2 por 100.000 entre las mujeres), según las estadísticas oficiales de la Organización Mundial de la Salud. En Francia, France Telecom tiene 106.000 asalariados y cerca de 90.000 más en el exterior.
Los expertos son, además, muy prudentes cuando se trata de suicidios porque aseguran que esa drástica actitud nunca obedece a una causa única. Tampoco difiere demasiado de lo que ocurre en otras empresas u otros sectores, como Renault, Peugeot, la enseñanza o los ferrocarriles, sin hablar de las prisiones, donde se registraron 115 suicidios en 2008 y 91 desde principios del año en curso para una población de 63.500 detenidos.
La crisis de France Telecom, en todo caso, actuó como revelador del profundo malestar que reina entre los 27,5 millones de asalariados franceses que, después de vivir protegidos durante 50 años por el Estado benefactor, se ven ahora enfrentados a los vertiginosos cambios impuestos por la globalización y las políticas neoliberales del actual gobierno.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1182891
Miren si no, lo que está ocurriendo en Francia, país que tuvo una sólida tradición de bienestar social y que ahora bate records de suicidios con la empresa Telecom, un verdadero caso de capitalismo salvaje en el corazón de la vieja y culta Europa occidental.
Drama social en Francia / El gigante de las telecomunicaciones, en la mira
Luego de una ola de suicidios, Telecom relevó a su número dos
Los sindicatos responsabilizaban a Louis-Pierre Wenes de la muerte de 24 empleados
Luego de una ola de suicidios, Telecom relevó a su número dosLouis-Pierre Wenes trabajaba en Telecom desde 2002
Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
PARIS.- Golpeada por una ola de 24 suicidios en 20 meses, France Telecom hizo ayer un gesto a sus empleados, al anunciar el reemplazo del número dos del grupo y el congelamiento, hasta fin de año, de las reformas previstas.
Louis-Pierre Wenes, director general adjunto, a cargo de las operaciones en Francia y arquitecto de la modernización del ex monopolio estatal de las comunicaciones, presentó su renuncia al presidente de la empresa, Didier Lombard, y fue reemplazado por Stéphane Richard.
Ese ex director de gabinete de la ministra de Economía, Christine Lagarde, fue designado en mayo para suceder a Lombard en 2011 y llegó a la empresa hace apenas 36 días, el 1° de septiembre pasado.
La renuncia de Wenes constituye claramente una concesión, aunque el hombre que concentró la ira de los sindicatos permanecerá en France Telecom como consejero.
Los representantes sindicales habían exigido la dimisión de Wenes y Lombard, considerados responsables de los 24 suicidios que registró la compañía en 20 meses. Lombard tuvo que ceder esa pieza clave para salvar su cabeza. Hace una semana, los ministros de Finanzas y de Trabajo lo habían emplazado a apaciguar ese drama social, que amenazaba con transformarse en una pesadilla política para el gobierno.
Esas tensiones estallaron en la empresa en 2004, cuando culminó la compra progresiva de su rival británico Orange, y la compañía salió definitivamente de la órbita estatal: 115 años después de su creación, se transformó en empresa privada.
El Estado conserva, por el momento, un cuarto del capital (26,7%). Pero la mayor parte de las acciones (64,3%) están en poder de inversores institucionales, que reclaman dividendos cada vez más importantes.
La verdadera revolución comenzó en septiembre de 2005, con el lanzamiento del plan Next, para modernizar la empresa. La idea consistía en poder responder a la demanda de una nueva generación de clientes, interesados en recibir un servicio integrado (telefonía fija y móvil, Internet de alta velocidad y televisión por ADSL).
Ese programa, concebido por Wenes, fijaba jubilaciones anticipadas y una disminución de personal, que redujo el plantel de la empresa de 130.000 a 102.000 en seis años. Al mismo tiempo, aplicó un nuevo estilo de management que transformó radicalmente la cultura de empresa pública, que se caracterizaba por la estabilidad del empleo y un generoso sistema de protección social.
A ese cambio se sumó una política de traslados y rotaciones cada tres años, supresiones de puestos improductivos y recalificación de personal, que tuvo el mismo efecto que un puntapié en un hormiguero.
Esa situación de extremo estrés se agravó, por lo menos psicológicamente, con la sensación de inseguridad que provocó la crisis global a partir de 2008. Un alto porcentaje de las víctimas se suicidó en el lugar del trabajo con cartas que atribuían su muerte a las "condiciones de trabajo" y al "acoso" que supuestamente practicaban los promotores del plan.
Estadísticamente, argumenta la empresa, esos 24 casos corresponden al promedio de un país que tiene las tasas de suicidio más altas de Europa (26,4 por cada 100.000 habitantes en el caso de los hombres y 9,2 por 100.000 entre las mujeres), según las estadísticas oficiales de la Organización Mundial de la Salud. En Francia, France Telecom tiene 106.000 asalariados y cerca de 90.000 más en el exterior.
Los expertos son, además, muy prudentes cuando se trata de suicidios porque aseguran que esa drástica actitud nunca obedece a una causa única. Tampoco difiere demasiado de lo que ocurre en otras empresas u otros sectores, como Renault, Peugeot, la enseñanza o los ferrocarriles, sin hablar de las prisiones, donde se registraron 115 suicidios en 2008 y 91 desde principios del año en curso para una población de 63.500 detenidos.
La crisis de France Telecom, en todo caso, actuó como revelador del profundo malestar que reina entre los 27,5 millones de asalariados franceses que, después de vivir protegidos durante 50 años por el Estado benefactor, se ven ahora enfrentados a los vertiginosos cambios impuestos por la globalización y las políticas neoliberales del actual gobierno.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1182891